Lo que dura poco… ilumina más

Esta semana algo se expande y se rompe a la vez.
Una verdad que no sabíamos que necesitábamos.
Una emoción que se derrama antes de poder nombrarla.
Una sensación de que algo termina… pero solo para dejar espacio.

Hay momentos así:
una conversación que no planeamos,
una claridad que nos llega caminando,
un atardecer que dura tres minutos y nos cambia el humor.

Y todo eso nos recuerda que lo más valioso no siempre se queda.
Pero cuando pasa, deja una marca luminosa.

Hay cosas que no son para durar.
Son para despertar.
Como el oro del primer brote,
como un verso que resuena,
como una lágrima que limpia sin avisar.

Tal vez esta semana sea de esas.
Para soltar lo que pesa.
Para mirar lo que sí está.
Para agradecer eso que, aunque breve, fue intensamente verdadero.

En mi canal de poemas Oda de Vida, he compartido el poema Nothing Gold Can Stay de Robert Frost, que habla precisamente de esto:
de cómo lo más puro, lo más dorado, lo que parece eterno…
es también lo que se desvanece primero.
Pero ese breve instante contiene una verdad que permanece.

También El Principito, en su conversación con el zorro, nos recuerda algo parecido:
“Lo esencial es invisible a los ojos.”
Y lo esencial suele ser frágil, breve, silencioso.
La frugalidad no es carencia, sino presencia total en lo mínimo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *